El Tao Te Ching, el libro principal de la filosofía taoísta, es uno de los más bonitos y a la vez más confusos de la obra. En parte esto se debe a la forma en que el chino antiguo es un lenguaje que permite mucha interpretación y en parte a cómo se han hecho muchas traducciones muy diferentes entre sí. Por eso, yo les ofrezco mi interpretación, con la esperanza que les sea más sencilla de entender y puedan ir aprendiendo algo sobre cómo el taoísmo mira el mundo.
La verdad de la que se puede hablar no es la verdad absoluta:
no confundas los nombres que damos a los objetos
con los objetos mismos.La naturaleza no responde a etiquetas,
pero usamos nombres, para comprenderla.
Cuida que tu deseo por nombrar todo
no te ciegues a lo invisible
si sólo te enfocas en lo visible.Piensa que lo “visible” y lo “invisible”
son facetas de la misma cosa:
un misterio que contiene infinidad de misterios.
Aceptar ésto es el primer paso para llegar a entender el todo.
Piensa las palabras: No importa si están escritas o si las escuchas o las piensas, sabes que las palabras existen. Son reales. Pero ya sea que hayas interactuado con tinta, pixeles, pensamiento o aire vibrando, las limitaciones inherentes que posees como un ser humano evitan que puedas percibir la realidad completa en el concepto: las palabras evocan imágenes, pero éstas no son idénticas a la realidad.
Es cierto, como sociedad hemos decidido colectivamente que las palabras conllevan significados para poder comunicarnos. Pero las palabras son cosas pequeñas que no consiguen llevar a cuestas todo el significado de la realidad. Si yo digo silla, tu (probablemente) pensarás en un mueble con cuatro patas y un respaldo en el cual puedes sentarte. Sin embargo, “silla” no transmite la totalidad de la idea que yo tengo en la cabeza cuando veo una silla y luego me refiero a ella con palabras: al escuchar “silla”, no puedes saber el material del que está hecha, ni su color, ni su peso… E incluso si pudiese describírtela con mucho detalle, no tendrías un entendimiento completo de la posición de cada uno de los átomos que la componen, ni de las fuerzas que ejercen entre ellos.
Si mantienes eso en mente, te darás cuenta que las letras que forman las palabras se encuentran alejadas varios niveles de la realidad absoluta, pues representan conceptos, simplificaciones que hemos desarrollado para poder describir lo que nos rodea de forma práctica. Si cada vez que quisiera mover mi mano tuviera que pensar en las moléculas que la conforman de modo individual, mi vida sería muy difícil.
Lao Tzu probablemente no se pensaba en términos tan científicos cuando escribió esto, pero creo que tenía muy en cuenta que “el mapa no es el territorio”: incluso un buen mapa tiene que omitir detalles para poder ser dibujado en una hoja. Si el mapa mostrara cada uno de los árboles y piedras y hojas en el bosque con un detalle del 100%, ¡el mapa sería del mismo tamaño que el bosque mismo!.
Es por eso que lo primero que tenemos que hacer para poder entender la realidad es darnos cuenta que jamás vamos a poder entenderla completamente, aunque tratemos de aproximarla usando las mejores de nuestra habilidades.
El Tao te ching abre con esta declaración de imperfección: ni la mejor educación, ni el mejor maestro podrán mostrarte lo que es el Tao. Igual que la verdad absoluta afecta nuestras vidas aún si la desconocemos, el taoísta entiende que el camino a la felicidad no es un camino definido del que pueden darnos un mapa que contiene todo o una lista perfecta de puntos a seguir. En parte, hemos de descubrirlo nosotros al caminarlo. Pero al caminarlo hemos creado un camino particular a nosotros, no “El camino absoluto”.
Es por eso que la verdad de la que se puede hablar no es la verdad absoluta. Aunque ésta exista y nos afecte todo el tiempo, será difícil ponerla en palabras. Se debe experimentar para comprender parte de ella y tal vez nunca la experimentemos totalmente.
Pero no hay necesidad de deprimirse, porque esto no es algo malo. Las buenas noticias es que tenemos un mapa, imperfecto, sí pero mapa a fin de cuentas. Además, si te enfocas mucho en lo que tienes frente a ti, te perderás todo lo demás que ocurre a tu alrededor: pensar demasiado en qué es lo que significa que la verdad sea un inalcanzable para nosotros, evitará que vivamos nuestras vidas. No te enfoques tanto en el “por qué” que pierdas de vista el “qué”.
Hay cosas en éste mundo que podemos percibir a través de nuestros sentidos y si sólo consideramos reales las cosas tangibles, otras tantas que sólo podemos entender a través del uso de nuestra mente pasarán desapercibidas para nosotros y nos perderemos de la mitad de la realidad.
De el punto anterior, aprendemos que la realidad tiene varias facetas: algunas podemos “tocarlas” con nuestros sentidos; otras son abstractas y sólo podemos imaginarlas o pensarlas. Pero son parte de una sola realidad: un conjunto de preguntas que a veces llevan a más preguntas, no todas con respuestas accesibles a nosotros.
Esto es nuestro primer acercamiento a un tema que será recurrente a lo largo del Tao te ching (de hecho, volveremos a hablar de él en el siguiente capítulo): la dualidad de los aspectos de un mismo concepto. Usando un ejemplo, la forma tradicional de pensar en la sociedad moderna es hacer énfasis en cuán diferentes y alejados se encuentran los lados de una moneda. El taoísmo, en cambio, constantemente nos recuerda a lo largo de la obra que si bien se encuentran en lados opuestos, “cara” y “cruz” ¡son una sola misma moneda que no puede existir sin ambos!
El primer paso a dar en este camino es aceptar todos estos puntos e interiorizarlos. Cuando puedas ver cómo todo esto es cierto, estarás más cerca de la meta.