Cada vez que le contaba a mi mejor amiga que estaba estresada, ella decía “te deberías de dar tiempo para meditar”. Justamente le acababa de decir que sentía que la vida se me iba de las manos, corriendo siempre de un lado al otro, atendiendo casa, familia, trabajo, etc. “Mucho menos podría meditar”, pensé.
La meditación es cada día más popular, cerca de 18 millones de adultos en los Estados Unidos la practican frecuentemente, y según estudios, esta ayuda a mejorar la salud, reducir el estrés, dormir mejor y ser más feliz. Pero yo pensaba que debía de irme a la India por un més o sentarme en un lugar tranquilo a las 5 a.m., cerrar los ojos y desconectarme del mundo por media hora para meditar. La verdad es que ambas ideas parecían imposibles.
Puedes meditar “cuando estás presente verdaderamente en cualquier momento de tu vida, aún cuando estás lavando los platos”, dice en su website Andy Puddicombre, el fundador de Headspace, una aplicación para celular que te ayuda a meditar. La idea me intrigó.
“Respira profundo y relájate antes de comenzar. Exhala por la boca. Toma nota de cómo se siente tu cuerpo, tus pies, tus manos, todo tu frente al lavabo. Mientras corre el agua, sientela en tus manos. Levanta cada plato y siente el peso y la textura. Observa su forma. Mientras lava, aprecia cómo desaparece la suciedad, ve cómo se forman las burbujas. Si encuentras que tu mente se ha perdido en otra idea más allá de lavar los platos, regresa. Observa con todos tus sentidos”, dice una de las meditaciones en Headspace.
Lo intento. Me doy cuenta que en realidad no me gusta el olor de este detergente, pero empiezo a disfrutar el acto de quitarle la salsa de mole quemada a la olla. Cuando la veo brillar de nuevo, es algo mágico. Y en esto suena el teléfono y se pierde el encanto. Me olvido que estoy “meditando” y contesto.
Mindfulness, o la atención consciente, es un concepto psicológico cuya idea principal es concentrarse plenamente en el momento presente sin juicio ni crítica, y se ha popularizado en este país por la obra del investigador y profesor Jon Kabat Zinn. Como toda práctica de meditación, su primera recomendación es aprender a respirar profundamente y sin esfuerzo, y aprender a relajarse.
Esta idea se oye facil, al final todos respiramos mientras estemos vivos, pero lo intento cuando estoy atorada en tráfico saliendo del trabajo y teniendo que llegar a la escuela por mis hijas y en menos de dos minutos ya no estoy pensando en respirar, sino en qué voy a cocinar. Pero regreso a la respiración, 3 segundos para inhalar, aguanto dos segundos, y exhalar por la boca en 4 segundos. Poco a poco noto como desaparece mi dolor de cabeza.
Y así sin grandes esfuerzos, comienzo el camino hacia la meditación. Tal vez ahora sea momento de darme el tiempo y tomar un curso. Los platos sucios ya rechinan de limpios.